Buenos Aires
Febrero 5, 1963
la verdad que cuando uno comienza de nuevo en alguna actividad se desorienta al principio y sufre un impacto como de lentitud en las cosas más simples, pues ya ir a la barbería o a comprar una revista o despachar una carta al correo parecería una obra gigante. Es que todas las comodidades y los hábitos quedan afectados. Es como cuando nos levantamos después de una enfermedad que andamos lentos e inseguros. Nosotros habíamos resuelto primero traernos todos los muebles que habíamos adquirido en Sao Paulo por ejemplo porque ya estábamos habituados a su uso y porque eran todos de primera, pero tuve dificultad en obtener la visa permanente y decidimos pedir la de turismo para después resolverlo aquí. Eso dio motivo a que vendiéramos casi todo. Hemos traído apenas las cosas de la nena, la batería de cocina y de mesa, una mesa que sirve de centro de sala o para comedor para ocho personas cómodamente y que ahora me sirve de escritorio provisorio, un ventilador todo de plástico transparente muy moderno, la enceradora de pisos, la batidora y como 30 muñecos que tienen entre la hija y Blanca, pues deberán saber que se graduó en Sao Paulo de profesora de muñecos de plástico y ha hecho preciosidades. Les diré también que viajamos en un barco inglés todo con aire acondicionado con dos piscinas y sala para cuidar a los niños de a bordo. Demoramos dos días para ir hasta Montevideo. El problema fue el régimen tan estricto que tienen los ingleses para todo. Llegábamos tarde al desayuno, al almuerzo, al té, a la comida, a todo, menos a un zafarrancho simulado de naufragio, allí fuimos puntuales al lado del bote salvavidas. También hubo un suceso interesante, un marino se emborrachó al desembarcar en Santos, pues hubo una demora grande por causa de una tentativa de huelga portuaria. Bebió tanto que se murió de indigestión de whisky y durante la travesía pararon al barco en la madrugada a las tres y media y lo lanzaron al mar, pues no tenía familiares vivos. La travesía fue toda calma como en un lago. Aquí hay mucha tranquilidad aunque siempre hay huelgas y más huelgas, pero ya estamos acostumbrados y ni nos incomodamos. La economía del país se ha resentido bastante y se espera un cambio para mejorar. Han anunciado elecciones y al pueblo dándole temas políticos ya se sienten optimistas enseguida
(fragmento de una de las cartas que mi padre Ramón le envió a su hermana Caridad radicada en Cuba)
Qué bella carta, Andrea. Un verdadero texto literario. Me acuerdo siempre de vos. Te mando un abrazo grande
ResponderEliminarUn abrazo grande para vos, Victoria.
ResponderEliminarUna delicadeza que permite entrever de qué fuentes y herencias viene tu escritura.
ResponderEliminarMe produce una gran nostalgia pensar que ya no tenemos éstos correos testimoniales.
Un verdadero tesoro éstas cartas.
Gracias Pati, ciertamente, es una memoria que atesoro la de estos dos hermanos separados por los vientos de la historia, y sin embargo unidos por la palabra con un amor sin fronteras... Qué lindo lo que decís de la herencia, y la delicadeza de estos testimonios. Un fuerte abrazo.
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